Al rebuf de la xerrada del passat divendres 22 a l’Ateneu, fem un resum de la polèmica sobre la famosa campanya:
A Opcions:
Quan era nen m’encantava anar al celler amb els meus pares. Portàvem el carro ple d’ampolles de vidre buides, i el Cèsar o la Pilar, els dependents, anaven apuntant tot el que dúiem. Amb l’aRribada dels SupermercaTs aquest sistema va començar a recular i actualment gairebé tots els envasos són d’un sol ús. Davant la proliferació de residus que això ha provocat, agreujada per les limitacions que mostren els sistemes de recollida selectiva, es proposa una revifalla dels sistemes de retorn.
A Ent:
Ahora bien, que una campaña sea buena, no implica que también lo sea el sistema de gestión que publicita. Creo que el debate que se está dando en Catalunya, sería bien interesante que también se trasladara al resto del Estado. De hecho, el sistema vigente en Catalunya no presenta casi ninguna singularidad, con lo que cualquier argumento es perfectamente extrapolable.
A Canal Solidario:
Ante la disyuntiva y disfrutando de la connivencia política, los envasadores rechazaron un sistema de depósito para envases de bebidas (de un solo uso) con el que conseguir altos niveles de reciclaje y habiendo podido complementarlo con el contenedor amarillo para el resto de envases. En contra del beneficio común de la sociedad, se concibió un sistema que fomentase la ineficiencia. ¿Por qué? Pues porque los envases no recogidos selectivamente no comportan costes para los envasadores. O lo que es lo mismo, cuanto más ineficiente es el sistema, más rentable para ellos.
Así pues, no fue la administración pública quien definió un sistema de recogida selectiva para todos aquellos materiales reciclables sino que fue el sector privado quien diseñó un sistema a su medida.